Hoy, 28 de junio se celebra el Orgullo LGBTIQ en conmemoración de los disturbios de Stonewall de 1969, que dio lugar a una cadena de fuertes conflictos a lo interno de EEUU, donde los esfuerzos por reconocimiento y desvanecimiento marcaron la época en pro de la tolerancia y el respeto a la diversidad, la personalidad y su libre desarrollo, así como la garantía y tutela de los derechos humanos que como ser humano indistintamente de su preferencia u orientación sexual, debe ser garantizada por el Estado y sus organismos.
“Salir del closet”, es como se conoce popularmente a quien desafiando lo que se cree que son los parámetros de conductas normales, se sobre imponen a estos estándares y de manera abierta y decidida exhiben su verdadera personalidad, aun por encima de oposiciones familiares y sociales que desencadena el hacerlo.
No se trata simple y llanamente de exhibir abiertamente su orientación sexual y su forma de expresarlo, se trata de romper con la heteronormatividad impuesta. Más allá del estigma, la discriminación, homofobia, bifobia, transfobia de la que son objeto los miembros de la comunidad LGBTIQ, “salir del closet” no quita, ni resta, ni limita el ejercicio de los derechos humanos y fundamentales que les asisten a esta población. Sin embargo, fruto de los propios criterios sociales, y pese al reconocimiento constitucional del Derecho a la igualdad, hay quienes ponen a un lado el respeto de estos derechos y vulneran y lesionan aun en contra de la ley.
Los que defendemos el ejercicio de los derechos humanos y fundamentales de la comunidad LGBTIQ, pese a no pertenecer a la comunidad, somos tildados como tal, incluso recibimos señalamientos y cuestionamientos al punto de que se llega a afirmar que tarde o temprano terminamos siendo parte de este colectivo. Pero estos son ataques de quienes aun no tienen la sensibilidad para comprender que lo que se trata es de que exista respeto y tolerancia, que al final han tenido el atrevimiento de exhibirse al mundo tal y como son, y no como muchos que fingen ser algo que realmente ni son ni llegaran a ser porque se esconden detrás de cuestiones morales que les consumen, y le empañan la visión para poder ver que no vivimos en un Estado parcial de derechos, ni de reconocimiento y tutela parcial de los mismos, sino ante un Estado democrático de derecho fundando en el respeto al ejercicio de los mismos, fundamentando en la igualdad, dignidad humana, libre desarrollo de la personalidad, conciencia, entre otros.
Más allá de “salir del closet”, el orgullo LGBTIQ es una comunidad colorida y expresiva, que tiene que lidiar con el estigma, la discriminación, homofobia, bifobia, transfobia; más todos los demás problemas que afronta cualquier persona, como los económicos, sociales, culturales, laborales, etc.
No es necesario ponerse en el zapato de la comunidad LGBTIQ, simplemente basta con el respeto a sus derechos y libre desarrollo de su personalidad, y dejarles vivir orgullosamente, sin estigma ni discriminación.
Lic. Roberto Acevedo Coordinador Legal del Observatorio de Derechos Humanos para Grupos Vulnerabilizados -ODHGV
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